La encrucijada popular: Breves notas sobre la coyuntura nacional

Por Marcelo “Pancho” Langieri

 El campo popular atraviesa una coyuntura signada por distintos acontecimientos. Primero fueron los triunfos electorales de Macri y María Eugenia Vidal, para nombrar los casos más resonantes e influyentes, que cortaron la posibilidad, aunque contradictoria y frágil, de preservar mínimamente las conquistas obtenidas en los últimos años y, ya casi en el terreno de las ilusiones, fortalecer las expectativas de avance hacia un proceso de transformaciones sociales y económicas. Este camino quedó trunco por el resultado electoral, más allá de la influencia ejercida por una monumental campaña de los medios masivos de comunicación que golpearon fieramente los numerosos flancos débiles de aquel gobierno. Ese resultado expresaba también las limitaciones y contradicciones del kirchnerismo. Luego vino la seguidilla de enredos, denuncias y procesamientos judiciales que desembocó en una crisis que puso al kirchnerismo en el ojo de la tormenta desnudando sus debilidades, limitaciones y claudicaciones.

El estado de sospecha construido sobre el kirchnerismo, hábilmente desplegado por los medios de comunicación hegemónicos, se consolidó con la aparición de López, que ha tenido un efecto de comprobación muy concreto. La utilización de estos acontecimientos tiene un evidente doble sentido. Por un lado tiene el propósito de desmoronar el edificio político construido durante los últimos 12 años y por otro, como objetivo principal, descaracterizar las acciones de gobierno llevadas adelante por el kirchnerismo que tuvieron un sentido progresivo y popular. Es decir, ensuciar las banderas transformadoras y populares que hermanaron a millones de personas identificándolas con prácticas corruptas y un asistencialismo ramplón caricaturizado como populismo.

Más allá de los “méritos” del kirchnerismo para recoger su siembra su trayectoria está caracterizada por prácticas que contradijeron los propósitos enunciados y acciones que no superaron el mero asistencialismo. Sin embargo, las denuncias y campañas en su contra no han procurado “tirar el agua sucia de la bañadera” sino, que estuvieron dirigidas a “arrojar al bebé junto con el agua sucia de la bañadera”.

El kirchnerismo hoy aparece golpeado y con baja capacidad para articular una respuesta eficaz frente a la ofensiva reaccionaria del macrismo. Embestida que se materializa a partir de la victoria electoral de Cambiemos y en el alineamiento con las políticas del gobierno de sectores conservadores del peronismo y de las fuerzas progresistas que como potros en doma barata corcovean cuando el jinete está en tierra pero se amansan cuando los han montado. Se trata de los adherentes al club de la gobernabilidad que han acompañado y seguirán acompañando todas las medidas estratégicas impulsadas hoy por el macrismo y mañana por el que corresponda. Inclusive las han acompañado cuando consideraban, así lo han expresado públicamente, que se trataba de malos proyectos. Verbigracia, el pago a los fondos buitres que además, en una parábola increíble, ha incluido en el pago, como ha trascendido muy discretamente en la gran prensa, a uno de los “halcones” del propio gobierno. Otras figuras destacables del club de la gobernabilidad son las denunciadoras seriales, fieles cultoras del narcisismo parlamentario que han aportado significativamente a la despolitización general a través de la judicialización de la política. Hay que reconocer que éstas también saben callar cuando resulta conveniente, algunas aprendieron a hacerlo en las horas aciagas de la patria, cuando a la tan elogiada repúbica se la negaba de raíz y ellas eran partícipes del orden establecido. En última instancia todo el conglomerado descrito más arriba, compuesto por el partido de gobierno y sus socios opositores, responde a una premisa clara: el orden.

Lo real es que la iniciativa política, en términos institucionales, está en manos del gobierno y sus socios. Hoy el juego político se plantea en dos terrenos, uno es el parlamentario, judicial y estatal,  éste favorece al gobierno porque su fuente principal de poder son las corporaciones, que influyen sobre todos los poderes de la democracia, y porque tiene la legitimación de las urnas. La verdadera proeza de la nueva derecha es haber ganado las elecciones. El otro escenario es el de la calle donde, como es histórico, se ha expresado la bronca popular por los tarifazos y otras medidas antipopulares, donde se realizaron manifestaciones multitudinarias de trabajadores, estudiantes y vecinos.

El macrismo viene desplegando políticas económicas centradas en la transferencia de ingresos hacia los sectores más concentrados de la economía y en políticas de ajuste donde sobresalen, por su impacto directo en el bolsillo popular, los tarifazos de los servicios públicos y el aumento general de los precios. El combate a la inflación que enuncian pero que no ejercen lo llevan adelante con un combo que incluye políticas recesivas, achicamiento del mercado interno y caída del salario real. En lo social el plan retoma las banderas históricas de la oligarquía y consiste en el disciplinamiento de las clases populares.  Como dijo un rancio exponente de las clases dominantes: “que cada uno consuma aquello a lo cual puede acceder”. Es decir, pasar de ciudadano a consumidor y bajar las expectativas de igualdad existentes en nuestra sociedad. Con estas políticas se pretende consolidar una sociedad donde los ricos accedan a una serie de bienes y servicios diferenciados por su calidad. La escuela pública para los pobres y la escuela privada y de calidad para los sectores acomodados.

En lo ideológico pretenden la instalación de una cultura meritocrática, individualista, que no solo desconoce el esfuerzo colectivo y la tradición de organización popular, como los sindicatos, los clubes barriales, etc., sino también la promoción de una cultura del éxito fundada en el esfuerzo individual construido a base del mérito.  Resulta paradojal comprobar que la superestructura  política y social de nuestro país está plagada de relaciones de parentesco, que son los que explican verdaderamente las razones por las cuales muchos ocupan el lugar que ocupan en la sociedad. Ello comenzando por el presidente de la nación y siguiendo por donde se quiera. Sin contar las oportunidades sociales diferenciadas existentes según la pertenencia social. El peronismo introdujo formidables modificaciones en la participación política promoviendo mecanismos de movilidad social, incluyendo una representación proporcional de cuadros sindicales y de género como forma de democratizar la política. Esta tradición fue barrida en nombre de un supuesto progresismo y nunca restaurada en los 30 años de democracia.

El campo popular si bien no tiene una expresión política y social unificada, en buena medida por la crisis de las fuerzas políticas que pretenden representarlo y que contienen buena parte de la militancia popular, ha demostrado una gran vitalidad y energía en el rechazo a las políticas de ajuste. Las grandes movilizaciones y puebladas en distintos lugares del país son el mejor testimonio del estado de rechazo a las políticas de ajuste.  Aquello que fracasó para impedir la implementación de políticas reaccionarias en las instituciones licuadas de la democracia hizo pié en la calle y en la protesta.

 

 

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